domingo, 6 de mayo de 2018

Teoría del libro abandonado

Abandonar libros no es por lo general una acción consciente. Se nos quedan libros en paradas de micro, en cajas, en maletas que olvidamos retirar de un terminal o un aeropuerto. Perdemos libros todo el tiempo, o nos los roban. Pero abandonar libros deliberadamente es otra cosa. Se trata más bien de una ciencia, o un arte. 

Yo tengo la teoría de que si dejamos un libro abandonado en el banco de una plaza, y nos apostamos tras un árbol para espiar el resultado, no tardaremos en observar una curiosa escena: un transeúnte que se acerca, toma el libro y, mirando a su alrededor, se pregunta si acaso ese libro no le estará predestinado.



Claro, que eso dependerá de diversos factores: de cuantas librerías haya en la ciudad donde el libro fue abandonado, de las características del libro en cuestión (tamaño, título, si es usado o nuevo, etc), e incluso de las características físicas y la ropa con que vaya vestido el transeúnte "atrapado". Pero no nos meteremos en honduras. Baste decir que, según los últimos cálculos de mi teoría, si el transeúnte toca el libro se producirá lo que he llamado un "intersticio espaciotemporal", una minúscula burbuja cósmica que se desprenderá como fruta madura del continuo einsteniano y unirá para siempre, por ignotas vías, al abandonador del libro y al feliz ciudadano que lo ha encontrado.

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